jueves, 26 de marzo de 2015

A donde sea

No sé si esto es
la antesala del olvido
o si todo lo que ya olvidé
ha vuelto a encontrase conmigo,
ha vuelto con reproches a encontrarme,
ahora que me pierdo en las noches,
ahora que pierdo las noches.
Y aliada con la desesperación
de quien acude a todo aquello
en lo que nunca supo creer,
le pido a todo lo impensable
que me dejes de doler,
que dejes de importarme,
que no me cuestes nada:
ni un segundo de mi tiempo,
ni una lágrima del alma,
ni un solo pensamiento,
ni un esbozo de sonrisas,
ni un atisbo de mirada,
ni un lamento, ni un «perdón»,
ni una razón, ni una palabra.
Y nunca más un «lo siento».
Que sea impasible, invulnerable,
como este frío que ignora la primavera,
como la vida que llega tarde,
como una bandera
que ni al más fuerte de los vientos ondea...
como tú, que ni rimas.
A media asta me despido
y le pido también
a todo lo impensable
en lo que no supe creer
que me lleve a donde sea
que no sepas doler,
donde ya no pueda verte
o quizás aún sí te vea,
pero con los ojos de quien ya
no te mira, ni te escucha,
ni te siente, ni te piensa.
No sé si es la antesala del olvido,
o la ventana que se abrió
al cerrar todas todas tus puertas,
pero espero que sea al menos
la víspera del mañana
de quien ya no desespera,
porque ya nada espera
de quien nada supo dar.
No sé si esto es el final,
pero merecerá la pena,
si al pasar la noche llego
a donde ya no me duelas...
A donde sea,
pero sin ti,
porque ya no quiero 
que rimes más conmigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario