lunes, 29 de diciembre de 2014

Pero ven

Ven.
Siéntate a mi lado y háblame. No hace falta que digas nada. Pero hablemos.
Dime lo que sientes. No es preciso que uses palabras. Pero dímelo.
Conversemos con miradas como tú y yo bien sabemos.
Compartámonos el silencio, mi evidente impaciencia y tu aparente quietud.
Mientras aprendo yo a no decir nada, aprende a decir algo más tú.
Hablemos. Callemos. Mirémonos.
Compartámonos la alegría, el cariño, la amistad.
Sonriámonos. Abracémonos.
Compartámonos la vida y el querernos.
Ven. Y todo lo demás. Pero ven.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Quererte

Quererte como pocas veces quise,
ahora que, al fin, me quiero tanto,
es la alegría de tenerte,
sin quererte retener
y deberte todos los abrazos
de todos aquellos clavos...
que siempre fueron tuyos.

Quererte a ti es quererte hoy,
y querer quererte, intuyo,
como siempre te quise, ante todos
y siempre con mucho orgullo.
Quererte es, por fin, la calma;
quererte es tan hermoso
como saber que será igual mañana,
como ver la verdad en tus ojos,
y querer reírme,
y hablar,
y perder el tiempo,
y no poder enfadarme,
y llorar de emoción
(todo eso contigo),
y que bajes andando,
pero subas en ascensor
conmigo
(por mí)...
y saberte a mi lado
y confirmarlo
cada día de mi vida.

Quererte es tener miedo
a no tener miedo a sentir,
a nunca más volver a dudar
ni caer, ni desconfiar, ni sufrir.
Quererte es saber
que, aunque no estés,
siempre estás;
volver a creer a ciegas
y tener en quien confiar;
y que tu confianza sea el mejor regalo
que me hayas podido dar.

Quererte es verte ganarle la partida
al mal humor de mis mañanas,
haciéndome reír
(o emocionándome hasta las lágrimas).
Quererte es llorar al saber
que has visto lo peor de mí
y, aun así, te has quedado
(que te hayas querido quedar
sin estar encadenado).
Quererte es encontrarte endulzando
mis sueños más amargos,
pues no hay mayor protagonista
que el mejor artista invitado.
Quererte es no acordarme
de cuando empecé a quererte
y aun así, desde entonces,
haberte querido siempre.

Quererte es hacerlo sin filtros,
porque no hay dudas ni confusiones;
quererte es compartirnos ideas,
proyectos, secretos, canciones.
Quererte es saber que sin saber
qué es lo que ahora nos viene,
suceda lo que suceda,
siempre voy a quererte.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Valientes equivocados

Me quedé cuando te fuiste,
llorando cada portazo,
y ahora que logré irme,
me agarras fuerte del brazo,
en un inútil intento
de querer retenerme a tu lado.
Pero yo ya alcé el vuelo
y, aunque supiste, ya no haces daño.
Y ahora que estoy tan lejos,
aun pudiendo parecer extraño,
se va cumpliendo lo que te dije
de que éste sería mi mejor año
(sin ser ni remotamente
como lo había imaginado).
Si te sirve de consuelo,
yo ya te he perdonado
y entendí que fuimos dos locos
compartiendo equipaje y pasado.
Pero todo aquello ya pasó,
nuestra función ha terminado,
como la de cada uno en la vida del otro;
ya fue, ya fuimos, ya se ha acabado.
Ahora podemos seguir
cada loco por su lado,
sin poder evitar sonreír
ni querer siquiera negarlo,
que esta vez, para aprender,
tuvimos que equivocarnos.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Ahora que es después

Ahora que estoy
después de ti,
miro hacia atrás
y veo heridas,
miro dentro y veo
lecciones aprendidas,
fantasmas que volaron...
Y veo a una niña
que estuvo llena de miedos,
que tuvo el corazón roto en las manos,
y que ahora que es después,
por fin creció
y comprendió
que lo más bello de la vida
está donde no se busca
y sucede mientras te ocupas
(parafraseando a Lennon)
en hacer otros planes.

Ahora que estoy
después de ti,
te miro a ti
y no veo nada;
sólo otro clavo,
un clavo más
que, por no dejar,
ni astillas ha dejado.
Y ahora que es después,
que estoy después
de todos los clavos
y de ti,
aquella niña asustada
por fin se ha levantado
y empieza a ser feliz.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Tres, dos, uno... Sonrisa x Defecto

Las cuentas atrás siempre me han puesto un poco nerviosa, pero reconozco que a veces (por no decir casi siempre) necesito ponerme objetivos temporales porque, de otra manera, jamás sacaría nada adelante.

Yo tenía un blog. Y antes de eso, dos. Y antes de eso, uno. Y antes de eso... Soy libra, soy indecisa por naturaleza. Al final, creo que fue un error juntar dos de mis grandes pasiones y crear aquel batiburrillo. Por ello, dejo la música en la otra parte y me traigo las palabras a ésta. Sigo sin saber sintetizar, todo esto ya os lo he contado en la entrada que, a modo de explicación, he publicado en Mi vida de gira, hermano/a mayor. Y ahora, sin más dilación, os dejo con la inauguración de este nuevo espacio:

Sirvan estas líneas como declaración de intenciones, que no son otras que llenar este espacio de palabras y que éstas sean leídas por aquéllos a quienes pudieran interesar. Siendo un poquito más ambiciosa, me haría muy feliz que alguien se sintiera identificado/a con lo que escribo; siempre me emociono mucho cuando a unos ojos amigos así les sucede.

No iba a empezar hasta tener el diseño idóneo, el logo perfecto, la imagen adecuada... ¡No iba a empezar nunca! Además, estaba relegando a un segundo plano lo más importante, lo esencial de este blog: las palabras. Por ello, sirva este diseño minimalista y sencillo, si se me permite el eufemismo, para reivindicar que el pilar de este humilde espacio no es el continente, sino el contenido, o así lo pretendo. Lo que tengo claro es que el tiempo se lo voy a dedicar a escribir, pues si algo sé hacer en esta vida (otra cosa es que lo haga bien o mal, que guste o no) es plasmar en palabras lo que siento. No obstante, acepto propuestas de diseño, todo quede dicho.

Si bien es cierto que suelo escribir más en verso que en prosa, no tengo un estilo preferido, por lo que aquí podrás encontrar de todo; qué me inspire en un momento determinado marcará cómo lo escriba.

En cuanto al título, no tengo mucho que decir. Una de las características que me definen es el optimismo, que, aunque sea una «escritora atormentada» (bien sabemos que, en el tema de sentimientos, vende más la tristeza), intento ponerle a la vida siempre una sonrisa por defecto. Creo firmemente que con ella puesta atraemos cosas buenas. Además, soy una acérrima amante de sonrisas. Claro que te contaré cosas tristes, pero la idea fundamental es que de todo se aprende.

Si estás leyendo esto, es porque he conseguido engañarte. Sé muy bienvenido/a, pasa hasta la cocina, quédate... Y si te gusta lo que hago y lo consideras oportuno, házmelo saber, para así yo seguir dedicándome con mucha más motivación a lo que más me gusta.

Y que, pase lo que pase,
siempre llevo, en efecto,
en la cara, por bandera,
la sonrisa por defecto.

Muchas gracias.

Beli.

jueves, 17 de abril de 2014

Revoltijo explicativo de un punto final

No molestes haciéndote notar,
estoy ocupada borrando todo rastro
de tu catastrófico paso por mi vida,
de este desastre que yo te dejé causar.
Cuando ya no te quiero, pero aún sabes doler,
me recuerdo que fuiste porque yo te dejé ser...
Y ahora que te dejé, fuiste.
Pero no te lo creas demasiado,
que no me eres tan importante,
que he comenzado a olvidarte
y no eres tú quien duele tanto,
sino tu huella en mi amor propio,
que estuvo anestesiado de ti,
pero ahora ha despertado
y ya vuelvo a sonreír.

A las últimas palabras que te dedico
más allá de lo estrictamente necesario,
aún te dejo hacerme daño, pero cada vez menos:
menos daño y menos veces.
Y cada vez menos para que no duelan las alas
y tú y mis recuerdos se conviertan en nada
porque ya me habré deshecho de ti
y de todos ellos para siempre.
Pero, mientras siga dejándote escocer,
en mis últimos pasos hacia el olvido,
cuando aún sabes arañar y del todo no te has ido,
no me dejo vencer por el dolor que aún te empeñas en causarme;
entonces, respiro hondo y me esfuerzo por recordarme:
que nunca mereciste ni un segundo de mi tiempo,
ni una migaja de todo el cariño que te di cada día,
ni mi preocupación, ni mis esfuerzos, ni mi energía,
ni uno solo de todos mis pensamientos.
Que mi amor vale más que lo que con él has hecho,
que nunca supiste valorarlo como se merecía,
que nunca supiste valorarme como me merezco;
que yo valgo mucho más que todas tus mentiras.
Que no tienes tal efecto en mí pues es mi responsabilidad:
que jugaste conmigo porque yo acepté las reglas de tu juego,
que tú me engañaste porque yo me dejé engañar,
que tu maldad no habría destrozado tanto
si yo no la hubiera dejado pasar hasta tan dentro.
Que fuiste porque yo dejé que fueras.
Y ahora que te fuiste, dejé de dejarte ser.
Y ahora que te dejé, fuiste.
Que te quise como a pocos y, por eso, quiero que te vaya bien;
pero no quiero enterarme ni quiero volverte a ver.
Que ahora que no te quiero y me desahogo y me deshago de ti,
soy mucho más yo, nada tú y, por tanto, mucho más feliz.

Ahora que me despido y estoy consiguiendo olvidarte,
me recuerdo todo esto y aprendo a sobrellevarte.
Pues si hablamos del «amor» en su más amplio sentido,
por ser tan mal amigo, fuiste un pésimo «amante».
Punto (casi) final.

domingo, 16 de marzo de 2014

Claves para identificar una verdadera amistad

Hace unos días me ocurrió algo que me hizo darme cuenta de lo importante que es saber con quién podemos contar realmente. Es por eso que he decidido escribir sobre las claves para identificar una verdadera amistad y he querido compartirlas aquí. No obstante, aclaro que se trata siempre de lo que yo considero válido por mi propia experiencia y desde mi humilde punto de vista. Cada uno tendrá sus propias claves. Si te interesan las mías, aquí están:

Con el motivo del cumpleaños de una amiga, estuve «skypeando» con ella durante más de dos horas. Llevábamos más de un año sin vernos y bastantes meses sin hablar, pero es una amiga de verdad, aunque no nos veamos todo lo que quisiéramos ni hablemos tan frecuentemente como nos gustaría. El tiempo, la distancia, la vida, etc. te van llevando y puedes descolgarte un poco, perder el contacto. A todos nos ha pasado, ¿no? Pero cuando hablé con ella fue como si no hubiera pasado el tiempo, nuestros cariño y confianza mutuos seguían inalterables. Éramos las mismas Patricia y Belén de siempre: Patito y Beli.

Claro, tardamos en ponernos al día y, justamente hablando de amistad, me di cuenta de lo importante que es saber darle el valor que tiene. Me explico: en todas las relaciones hay discusiones o se pasa por acontecimientos más o menos desagradables alguna vez, pero uno tiene que saber que una amistad auténtica vale más que cualquier eventualidad circunstancial. Mientras hablaba con Pato me daba cuenta de lo fuerte que es la nuestra y creo firmemente que se debe, justamente, a las adversidades que hemos superado; y pudimos hacerlo porque casi nunca olvidamos que, a pesar de todo, somos amigas. 

Le estaba relatando los últimos acontecimientos de mi vida más reciente. Por ejemplo, cómo, por una tontería, he perdido una amistad que consideraba tan auténtica e incondicional como la de Patricia. Sí, por una tontería; la historia de Patito y mía sí que fue un drama: ¡me gustó su novio! Chico, una no elige de quién se enamora y, además, cuando le conocí, no sabía que tenía novia ni la conocía aún a ella. No voy a entrar en detalles, pero con este planteamiento, entenderás que hubo un buen nudo, ¡vaya si lo hubo! Y un inmejorable desenlace. Pero antes del final feliz hubo problemas, muchos problemas, discusiones, tensión, ansiedad... Hace un tiempo habría dicho que no habría querido recordarlo, pero hoy sí quiero porque somos un ejemplo de verdadera amistad y porque todo aquello la ha fortalecido enormemente. Se impusieron el silencio y la distancia por meses, pero después nos dimos cuenta de lo mucho que nos queremos y nos reconciliamos. Ella siempre supo que mi intención nunca fue hacerle ningún daño. He vuelto a creer que la intención es lo que verdaderamente cuenta.

Ojo, también tenemos muy buenos recuerdos, no te vayas a creer... Muchas risas, el tiempo siempre dice la verdad. Lo cierto es que me emocioné mucho mientras hablaba con ella porque iba pensando todo esto e iba siendo cada vez más consciente de la autenticidad de su amistad, en comparación con otra que creía igual de auténtica y que al final el (bendito) tiempo ha demostrado que no lo era. Y aunque duelan el desengaño y la decepción, siempre es mejor abrir los ojos pues, gracias a esto, ahora sé a quién quiero cerca y a quién no. Ya alteraremos los caprichos del espacio.
Fotos, noches y madrugadas, sacrificios recíprocos, llamadas a horas intempestivas, larguísimas conversaciones, cenas con pasta (siempre con pasta)... ¿He dicho fotos? Tras más de cinco años de amistad y todo lo que ha acontecido, puedo afirmar, muy orgullosa, que Patito es una gran amiga que siempre estará a mi lado (a pesar de los kilómetros), pues

Recapitulando:
  1. Un amigo nunca será un extraño, por mucho tiempo que pases sin verle o hablar con él. La amistad permanece intacta.
  2. La amistad está por encima de los problemas que puedan surgir. 
  3. Hay una razón detrás de cada acto. La intención vale más (las cosas pueden salirnos mal). 
  4. El tiempo lo dice todo, no miente. Sólo el tiempo te demostrará si una amistad es verdadera o si nunca lo fue.

domingo, 2 de marzo de 2014

Mañana (el tiempo juega en nuestra contra)

Cuando tus manos incumplan promesas,
cuando no encuentren palabras mis labios
que nos refugien de tanta tormenta,
que nos escondan de tanto pasado.
Cuando en tu risa no estén las respuestas
a las preguntas que no he formulado,
cuando ya no planteemos problemas
o cuando olvidemos solucionarlos.
Cuando tus ojos me den la espalda,
cuando tu espalda me mire tanto;
y cuando llenes de indiferencia
y de silencio todo el espacio.
Cuando esté sola con mis fantasmas
y cada noche me halle llorando
por pretender revivir momentos
como el de aquella tarde de sábado.
Será cuando no quede más
que miradas hacia los lados,
recuerdos pasados por agua
e incendios tan mal apagados.
Son promesas hechas a ciegas,
escritas en un cheque en blanco;
son cosas que ya no querremos
y que antes queríamos tanto.

sábado, 1 de marzo de 2014

Amigo

Debe ser que no lo fuiste,
debe ser que no lo has sido
y que nunca lo serás
porque nunca me has querido.

Y si tengo que explicar
que lo que hemos compartido
y la amistad valen más
que todo lo sucedido,

es que no vale la pena,
es que nunca la ha valido;
y no debiste decir
que tenía un buen amigo.

viernes, 31 de enero de 2014

Curando heridas

Pides que te devuelvan algo y recibes no necesitar ese algo nunca más y el entendimiento necesario para ello. ¿No es maravilloso? Así, así de bonita es la vida.

Un patrón que se venía repitiendo ha dejado de hacerlo. Una herida se ha curado para siempre. Celebremos. El bucle, la historia repetida con el enésimo y último representante de una figura necesaria, manifestación personal de aquel patrón, fue lo que supuso el despertar, el tomar conciencia de ese bucle, de esa historia repetida. Después de mucho trabajo instrospectivo y muchísimas lágrimas, llegan la libertad, la plenitud y la felicidad.

Cuando uno escribe y comparte, se percata de la realidad y la fuerza de sus propias palabras, por lo que esto también sería parte del proceso. La más gratificante, sin duda.

Es importarte encontrar el origen de ciertas cosas que creemos no poder evitar, pero, en realidad, basta con entenderlas. Sólo están esperando a que las miremos de cerca, sin miedo, y desvelemos todos los porqués, pongamos la última pieza de un rompecabezas que llevamos armando años y, al fin, nos liberemos de uno de los mayores fantasmas de nuestra vida. Y seamos más felices.

Hay gente que se deja vencer por el ruido y no deja de actuar, pero es tan fructífero parar y mirar dentro, cura tanto... Nunca dejaré de recomendarlo. Es la única manera de conocerse y curar las heridas que precisan sanar.

Gracias a Dios y a la vida, de cada experiencia saco lecciones muy valiosas, siempre aprendo muchísimo y cada día me acerco un poco más a la persona que quiero ser, que, no olvidemos, siempre está en proceso.

Buenas noches y feliz fin de semana.

B.

lunes, 27 de enero de 2014

Cuando sólo queda esperar

—No sé si hacer algo.
—Hazlo.
—Me da miedo. ¿Y si empeoro las cosas?
—Entonces, no hagas nada.
—También me da miedo no hacer nada. ¿Y si no hacer nada está deteriorándolas y yo podría evitarlo?
—Espera. Ten paciencia.
—Nunca he sido muy paciente.
—Aguanta.
—No puedo con esta situación, me supera.
—Pues sal de ella.
—Ojalá pudiera.
—Si no quieres actuar, ni dejar de actuar, ni esperar, ni aguantar, ni irte... ¿qué quieres hacer?
—No es cuestión de lo que quiero o no quiero hacer. Sé lo que quiero conseguir, pero no sé qué debo hacer para lograrlo.
—Puedes hacer lo que quieras, pero tienes que saber si estás dispuesto a pagar el precio que vale.
—Si supiera lo que tengo que hacer, estaría dispuesto a pagar cualquier precio.
—¿Estás seguro?
—Totalmente.
—Entonces, espera y tendrás tu respuesta.

Cuando sólo puedes esperar porque te han quitado la posibilidad de actuar; porque tienes miedo de actuar; porque tienes miedo de no actuar; porque no entiendes por qué y no puedes hacer nada; porque nadie te ha dado una explicación, ni una respuesta, ni una esperanza; porque no aguantas la situación a la que no sabes ni cómo has llegado; porque cada vez lo ves todo más roto en mil pedazos; porque se te han acabado las ganas de juntarlos y pegarlos... y ya no sabes ni lo que quieres. Cuando todo está perdido y no puedes hacer nada, cuando sólo puedes esperar, pero ya no puedes esperar, entonces decides irte, cerrar la puerta y nunca más mirar atrás. Pero, entonces, recuerdas que tampoco puedes. Entonces, ¿qué haces?

Puede que la única respuesta posible sea asumir que aquello que anhelas no valga el precio que estás dispuesto a pagar y, con el tiempo suficiente, te des cuenta. Si no, sabrías qué hacer para tenerlo y, muy probablemente, ya lo tendrías.

A veces, simplemente no hay respuestas, simplemente nos engañan. Pero mejor creerlo así, por una cuestión de amor propio y de pura supervivencia. Mientras nos damos cuenta, para bien o para mal, mejor tener alguna distracción a la que dedicar nuestro tiempo.

¡Feliz semana! =)