viernes, 31 de agosto de 2012

Una última canción

Llaman por teléfono. Ella ya sabe el motivo. Descuelga, igualmente. Pone el altavoz y deja el aparato sobre la cama. Suena una canción, una despedida. Da vueltas por la habitación. De repente, se para. Se arrodilla frente a la cama y escucha, con el teléfono cada vez más cerca. Las lágrimas empiezan a brotar. No puede contener la pena que le provoca un adiós tan amargo, tan triste, tan inconcluso. Y se le estruja el corazón. El llanto es cada vez más abundante. Le va costando respirar. La canción se va acabando y ella sólo quiere mantener para siempre aquella voz, ahora tan lejana. "No te vayas, por favor, no te vayas", es lo único que acierta a musitar, entre lágrimas ahogadas. Intenta, en vano, retenerle. Los dedos de sus manos se van deslizando por la pantalla del teléfono hasta perderse entre las sábanas. Las agarra fuertemente con los puños cerrados, mientras suena el último acorde. Se hace un silencio. El tiempo se detiene. Quien está al otro lado de las ondas corta la llamada. Ella lo siente como la más cruel de las metáforas. Sigue llorando, cada vez más fuerte. Le falta el aire. Ahora tiene la cabeza apoyada sobre sus brazos cruzados. Se le van acabando las fuerzas. Y se queda dormida, con su cara bañada en lágrimas y su corazón apagado.

B.J.
31/08/2012

jueves, 30 de agosto de 2012

Estabas

Estabas como la vida, como todas las historias que vuelven al principio, como todo lo que va llegando a su final. Estabas y te fuiste, pero no muy lejos y nunca por demasiado tiempo. Porque, a su transcurrir, siempre acabaste volviendo. Estabas, una vez más. Estabas con tus ojos y su profunda mirada adivinando mi suerte. Estabas con tu sonrisa, ésa que me hizo empezar a quererte. Estabas con tus palabras, cuyo sonido me hizo creerme más fuerte. Y, definitivamente, lo fui. Estabas con el propósito de que no pudiera dejar de verte. Estabas ahí. Y hablabas. Hablabas como quien simplemente está, como los que sólo respiran, indiferentes. Pero hablabas y me mirabas. Estabas. Y hablabas. Y me mirabas. Y yo no sabía a dónde mirar. Estabas de pie, frente a mí. Y por si te lo preguntas: sí, lo conseguiste. Y no creas que no lo supe. Tal vez sí lo sepa. Quizás sólo esté fingiendo que me engañas. Mientras que tú, simplemente, estabas.

B.J.
30/08/2012

martes, 28 de agosto de 2012

Lo bueno y lo peor

El silencio que tú describes,
el que ahora bien sabes dar,
va llenando todas mis noches
de recuerdos y nada más.
¿Cuánto bueno hemos tenido?
Lo malo ha sido lo peor.
Ya no sé si vale la pena
o si debo decirte adiós.
No te quejes por quejarme,
ya lo hiciste demasiado,
mucho esfuerzo y energía
en lugar de contestar.
No me hables si no quieres,
no te sientas obligado;
pero esconde tu sonrisa
y no mires al pasar.

B.J.
28/08/2012

sábado, 25 de agosto de 2012

Versos olvidados

Anoche, de madrugada, me puse a organizar las "Notas" del iPhone y encontré escritos unos versos, seguramente fruto de una idea que apareció repentinamente alguna noche mientras intentaba dormir. Cuando eso pasa, suelo apuntarla en el primer papel que encuentro (tengo varias libretas en la mesilla de noche) y sigo durmiendo (o intentándolo). Debe ser que en aquella ocasión no tenía papeles a mano y lo anoté en el teléfono. Y allí se habían quedado, olvidados. E intenté hacer algo con ellos:

Los ojos más profundos,
los oídos más sordos
y esos brazos tan llenos,
tan vacíos de ti.
Un silencio que apaga
esas voces que ahogan
todos estos secretos
que no supe cubrir
con los velos oscuros
que fuimos destapando
y los fuimos llenando
de diciembre y de abril.

Las miradas ya no engañan,
no se pueden esconder
en los ojos que no miran
lo que no quisieron ver.
Y las palabras más hondas
ya no dicen nada más;
ya la ausencia y la distancia
las hicieron escapar.

B.J.
12/06-25/08/2012

jueves, 23 de agosto de 2012

Suena

Suena martilleante tanto silencio,
como suenan las ausencias obligadas;
como suena una voz, allá, a lo lejos,
como suena la tristeza en mi mirada.
Suena tu recuerdo en mi memoria,
suena el pesar de la distancia;
suena el final de una historia
y al caer van sonando mis lágrimas.
Y suena la última canción,
suena con su triste melodía;
y suenan todas esas palabras
que sólo suenan a despedida.

B.J.
23/08/2012